Hoy encontré varios escritos, en los cuales, de
diferentes maneras, se afrontaba el tema de la muerte:
- Un magnífico cuento corto de Jaime Lagarde, titulado:
"La Muerte Inmortal".
- Una excelente frase de Moryant Fernandez: "No
hay que temerle a la muerte, hay que temerle a la vida.".
- Otra, buenísima, de Andrés Castuera-Micher:
"Estas ganas de vivir me están matando...".
Todo, mientras hablaba con alguien sobre el mismo tema.
Además, había puesto aquí mismo, un poema sobre la muerte de mi padre.
Mi comentario es el siguiente:
No es la muerte lo más seguro que poseemos, sí el pago
de impuestos, de servicios públicos, de seguros obligatorios (las aseguradoras,
hermanas siamesas de los bancos, nos poseen a sus anchas, están detrás de todas
aquellas acciones que alegamos como derechos ciudadanos ), etc. Antes que
comer, vestir, estudiar, tener vivienda propia, un empleo digno… mejor dicho,
antes de nosotros nacer, el Estado y sus marionetas de turno ya son los dueños
de nuestros destinos.
Y, una perla final:
Alguien que no esté anotado en el registro civil, no
existe, por tanto, no puede morir-se… Poder "ser y estar" para el
Estado, primero debemos existir como un número, una estadística.
... ... ...
Jaime Lagarde, indudablemente, somos “cadáveres de permiso”
como lo dice la frase que has citado, además, lo somos de forma consentida; sí,
en cada época ha habido muchos modos de embalsamar ovejas (aceptamos ser ovejas
y no águilas), y nosotros, los embalsamados, adoramos esas cinchas. Gracias Don
Janial, hombre genial, por siempre acompañar nuestras notas.
Querida Moryant, creo que con las reflexiones aportadas entre
todos, coincidimos de una forma u otra sobre el tema de la vida y la muerte
que, los veo como cabo y rabo de un todo. Te preguntas si habrá manera de
escapar de las imposiciones de este mundo, ¿yéndonos a otro? Y me digo, si
primero que todo escapáramos de nosotros mismos— los consentidores— sería la verdadera ganancia porque, si nos llevamos
a otros lados tal cual somos actualmente, el mal lo trasladaríamos al mundo que
viajemos, sea más denso o más sutil que exista. Creo que liberándonos de
nosotros mismos podremos librarnos de los “otros monstruos”, sean los Estado y
sus cómplices (marionetas de turnos: Presidente, congresos y dirigentes de
provincias y municipalidades), y del resto de la gente enferma del alma
(encarnados, unos siete mil millones aproximadamente; y ¿cuántos desencarnados?
¿desde qué tiempo podríamos marcar el punto de inicio del conteo?)… ¿Utopía? Sí
o, tal vez no. Primero hay que comenzar consigo mismo.
Moriyant, me encanta leer tus notas en las que siempre te veo
en pos de esa puerta abierta para irte a volar, esa que nos merecemos todos.
Abrazos.
Recaredo, las certezas son tan ciertas como las dudas: El
tamaño de las sombras es proporcional a la potencia del foco de luz que las
refleja. Vida miserable aquí vrs. otro-s mundo-s… creo que, mientras “el
viajero” sea uno mismo con el mismo pesado equipaje, mirando al horizonte con
el mismo lente y la misma perspectiva, estaremos como congelados, inmóviles,
muertos-vivos, vivos-muertos, “el orden de los factores “posiblemente”
(“posiblemente”, es la palabra que me reemplaza la palabra “duda”), no altere
en mucho, el resultado.
Amigo Recaredo, poeta, gran lector, me alegra muchísimo hayas
venido a compartirnos tu valiosa opinión. Un saludo.
Querida Lía, estoy de acuerdo en que la sensibilidad es una
de cualidades ausente en el alma de los que detentan el poder… ¿por cuánto
tiempo más estarán así, como rocas? ¿qué tipos de podas planean los grupos de
poder para acabar con la expansión de la raza humana? No olvidemos qué son y
han sido, aquellas pandemias del siglo pasado y de éste, como el ébola, el VIH,
las famosas gripas porcinas, ahora el zika, la peste de las vacas locas, por
nombrar solo algunas y, ¿qué decir del mercurio presente en las vacunas o
presente en algunas formas de pesca. No son los cataclismos que envía la
Naturaleza para hacer ajustes y mantener el equilibrio, los que más nos duelen
y hacen daño, en verdad, son los creados maliciosamente por los “genios”, en
los laboratorios. Un placer compartir afinidades contigo.
Ana Lucía Montoya Rendón
febrero 2, 2016
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