Enfermedades y remedios, pan nuestro de
cada día... pero, ¿qué hay detrás de todo eso? Solo una cosa, la negligencia en
la enseñanza básica, y, ¿cuál es esa enseñanza básica? ¿La de la escuela
primaria? No, esa no es. Es aquella que se mama directamente en el seno
familiar. Cuando nos llevan por primera vez a la escuela privada o estatal
(para la mayoría de nosotros, es el primer paso hacia una muerte lenta… muerte
lenta del individuo y por tanto, de la sociedad), ya vamos blindados o expuestos
definitivamente a todos los virus que contagian al alma. Si hubiese asepsia al
momento de concebir a la familia, habría discípulos y docentes impolutos y los
resultados se notarían en el borde de los labios, en la voz, en las palabras,
en la mirada, en las manos, en los caminos, en el campo, sobre todo en éste.
Cuando estamos enfermos del alma todos tendemos, aun sin proponérnoslo, a
contagiar a nuestros congéneres, contagio que podremos nombrar, sin temor a
equivocarnos, como, intolerancia, odio, facciones, fronteras, amor a íconos,
reverencia al poder turno (sea religioso, político, económico, social),
desprecio por el cuerpo humano (el propio y el ajeno), olvido de la Naturaleza,
esto por nombrar solo algunas muy pocas cosas pues la lista es infinita.
Ana Lucía Montoya Rendón
abril 29, 2016
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