1.
Cuando decimos "tengo un
presentimiento", uno mismo está creando esa "cosa", nadie más;
por eso se dice que los pensamientos que alimentamos llegan a realizarse con el
poder de la energía de nuestras mentes. Si alimentamos un mal pensamiento
lograremos darle vía libre y verlo rozagante, encima nuestro, aplastándonos;
igual ocurre con los buenos pensamientos que gestemos desde lo más profundo de
nuestro ser. Si nos acostumbramos a poner palos a la rueda, todos perdemos,
tanto el que crea el campo de energía, como los pobres inocentes que caen en
él. Creo en la potencia de la Energía, creo también que debe haber muchas
precauciones con ese sitio desde donde lanzamos los conceptos: la boca, desde
donde sale esa fuerza poderosa conocida como SONIDO-VOZ-VERBO. Esa fuerza es un
fuete cargado de la vitalidad universal, a veces, cuando lo usamos, pareciera
como si golpeáramos con una víbora.
Tal vez fuera mejor tener la mente quieta (
qué difícil mantener quieta a “la loca de la casa”) y seguir las indicaciones
de tantos hombres y mujeres que sí han sabido que la que fluye sin sesgos es la
Vida-Natura.
2.
Una cosa es decir no quiero, no me gusta,
otra muy distinta es, ejercer de juez y decir, “caso juzgado, usted es declarado
condenado o inocente”; y lo hacemos como si fuésemos dioses con autonomía sobre
las vidas de los demás, no sabiendo que se hace más daño el que condena que el
que recibe la pena.
3.
¡Energía es todo! Por ejemplo, la voz, el pensamiento, la sangre, la materia toda; todo se reduce a
Energía. El campo energético es ese campo universal que abarca a todas las
creaturas. Si alguien hace mal a otro, sea de pensamiento, palabra o acción, el
ofendido sufre, pero en los campos del espíritu, el que realmente pierde
“gracia” es el ofensor.
Ana Lucía Montoya Rendón
mayo 9, 2016
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