Cuando se nace en medio de una guerra
infinita, cuando el pan nuestro de cada día son la violencia, la envidia, la
laxitud de los valores, la llegada de una buena nueva nos lleva al paroxismo...
por eso…
¡Qué bueno!
♪♫En
la plaza de mercado hay una oferta feliz♫♪
Cuentan las buenas lenguas que los
bolsillos del lado derecho y del lado izquierdo se volvieron socialistas y
hablaron… ¡Hablaron! ¿Cómo les parece? Ahora son sensibles, sensatos y
altruistas (¡maravilla de maravillas!) y cuidan de su salud, por eso no quieren
engordar más. Dicen que sus haberes serán de los pobres, es decir, el noventa y
nueve punto noventa y nueve por ciento de la población será codueña de las
riquezas del mundo, esto indica que a partir de hoy todos estaremos en el
para-íso… pero, ¡vivos! Y me pongo a reflexionar… y, pienso (aunque es difícil
hacerlo coherentemente ante tanta dicha), pienso que, para-íso, es algo
paralelo a… ¿será paralelo al cielo, al infierno, al día, a la noche, al hambre,
a lo lleno, a lo vacío? En fin, no hace falta entender la palabra “para-íso” si
ya y sin medida podremos dedicarnos a la práctica de la felicidad plena; no
necesitaremos ya más de andar rebuscando el centavo para pagar nuestras
necesidades mínimas vitales.
¡Qué adorable es sentir esta desbocada
felicidad! Redunde la dicha por los puntos cardinales hasta los corazones y los
bolsillos derechos e izquierdos de todo el mundo y, sea, hasta la enésima
potencia…
Ana Lucía Montoya Rendón
abril 5, 2016
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