No se aprende a escribir poesía. Se trata
de aprender a usar y cuidar el lenguaje. Nadie enseñará a otro a oír y ver
internamente, ni a meter en su piel trinos ni paisajes, ni vuelos de palomas,
menos a leer huellas en cuadernos de arena o a parpadear aromas, ni a tajar el
aire para buscar en sus entrañas versos que retraten el día a día de una calle,
de un parque, de una maceta, de un acaso o de la sombra de una mujer lactando;
nadie morderá los labios hambrientos, ni hará juegos mortales de guerras
fratricidas tras el color de banderas y acordes de himnos. Nadie indicará la
ruta cierta hacia tantas cosas que fueron, que son, o aún no existen. Cada uno
buscará palabras, las suyas, del color de su corazón, en su mochila.
Ana Lucía Montoya Rendón
oct 26, 2015
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