- ¿Qué pasará más allá de mi piel o de la
identidad que sobrevive en las pocas gotas de sangre que habitan en mis venas?-
Piensa. Mientras, a través de la ventana del salón, observa a los niños que
juegan a la pelota sobre el prado seco. Es octubre de un año que aún no llega y
del cual tiene perfecta memoria. ¿Son niños o alas brillantes y multicolores de
mariposas que aún son crisálidas? O, ¿de verdad son niños del vecindario, hijos
de aquella pareja que apenas si se la ve los viernes a la media noche?- Así
cavila, mientras de su boca caen trozos de carne inocente, caen también las
palabras indefensas. ¡Ay! Y ella sin codos apoyados en la repisa de la ventana,
para sostener con las manos su cabeza y con ella, la reverberación de ideas que
se agitan en su mente.
Ana Lucía Montoya Rendón
Enero 2012
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