La risa es ejercicio del alma, es sanadora.
A través de ella emerge el aliento vital de los seres. Risa es el aire que
baten las alas de las aves y los insectos, es juego divino de burbujas desde
las branquias de los peces, es baile de algas y medusas, cabalgar de pez espada
y delfines sobre olas, murmullo de bosques y ulular del viento, eco del trueno
y tintineo de lluvia, es reflejo tembloroso de la luna sobre el agua… La risa de los seres es de colores, de
sonidos y de pose, si no, ¿cómo no sonreír al admirar una flor o al escuchar
arrobados el canto de las aves, o al mirar la majestuosidad del monte hacia el
que avanzamos y animamos nuestros pasos, o al ver los hilos de agua y su brillo
cuando, confiados, se descuelgan en brazos del vacío, o al escuchar el balbuceo
de nuestros bebés o ver las torpezas dulces de las diferentes clases de
cachorros? sin embargo, hay muecas que equivocadamente llamamos risas o
sonrisas y tal cosa ocurre porque nos volvimos ciegos y si algo queda de luz en
nuestro ser, nos permite nada más que una visón daltónica, hipermétrope o quizá
miope. Hay personas que solo ríen en dos colores: el blanco y el negro y las sombras
que los habitan, también; así, de manera inconsciente se mofan de la
envergadura de la luz e ignoran que ellas y nosotros, sus amos (de las
sombras), somos el espejo en que La Luz se mira.
Ana Lucía Montoya Rendón
sept 22, 2015
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