Poner ojos y oídos sobre recuerdos del camino, releer su
paisaje, escudriñar la memoria del polvo y los guijarros, sentar en el
banquillo a los grillos, anudar sus cantos de para que cuenten qué asaltos
vieron, amontonar hierba seca y traducir su horror cuando ha escuchado la
palabra fuego (se eriza mi largo cabello pensando en la sangre que aún palpita
en sus orillas).
Ana Lucía Montoya Rendón
oct 26, 2015
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