Hay mundos simples,
tranquilos como lagos, sin normas, sin corsetes; donde la propia piel y la voz
natural arropan sin importar lo fuerte del verano o del invierno. Hay allí
muchos pies descalzos escribiendo rítmicas historias... y a nadie le importa la
forma de andar de los que conforman la marcha porque cada uno huella de acuerdo
a la fuerza de su paso, esa su verdadera identidad.
¡QUÉ RISA! ¿TÚ?
¡NO!
con o sin seguidoras
con aplausos o sin él
en público o en privado
posas
como santo
como adicto al alcohol o
al tabaco/
o ala yerba y otras/
o al sexo
o a lo sacro
(adoro la palabra sacro
no por santa
sino como parte del
cuerpo pegadita al lecho)
o como suicida u
homicida
y expones con impostada
voz
una veces encorsetada
o libre
o coja
musical o arrítmica
y como perro fiel
acezante ante tus amos
(¡tienes tantos!)
mueves la cola…
así fabricas sueños y
cantas
¡sí que cantas!
¡por los dioses! sueñas ser parecido a…
mas él de mí ¿qué diría?
y una voz a tus espaldas
susurra:
—¿tú? ¡no! ¡qué horror!—
y primitivos
y clásicos
románticos y modernistas
posmodernistas y
simbólicos
surrealistas… y demás
“istas”
soltaron sonora
carcajada…
y tímida sonrío
y digo
si él no…
maestros ¿seré yo?
ana lucía montoya rendón
julio 11, 2015
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