Mudas. Frente al espejo
admiran lo mullido de su lana, mientras, al acecho, los esquiladores hacen
cuentas alegres sobre lo rentable de ese vellón.
El silencio de las inocentes...
tremenda inocentada que le costará a la manada lágrimas de sangre y mucho más.
"Dejar hacer, dejar
pasar".
No se usó la Palabra
para abrir caminos, por eso desapareció la boca. Si quisieran balar ya nadie
escucharía.
Ana Lucía Montoya Rendón
Julio 6, 2015
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