Aunque el tema expuesto
es macroeconómico, podemos mirar que este artículo bien puede ser aplicado a la
microeconomía que estudia, entre otras cosas, al pobre y abusado usuario de a
pie (de ruana, como decimos en Colombia) de cualquier lugar del mundo, quien
siempre será pobre y desprotegido, engullido por los bancos a través de sus
macabras ideas de préstamos, refinanciamiento y dinero plástico —tarjetas de
crédito—. Creo que hoy el dinero
plástico es el verdadero talón de Aquiles de las instituciones financieras,
sean bancos, compañías de seguros y reaseguros (estos últimos son los mismos bancos
con diferente traje). En la época del trueque un bien físico se intercambiaba
por otro igualmente físico, había recíproca tangibilidad... El dinero y las
rentas en general debían tener un cien por ciento de materialidad, todo estaba
proporcionalmente representado en oro en las bóvedas de los bancos centrales de
cada país, lo que supuestamente respaldaba las diferentes monedas o divisas. Hoy
todo el sector financiero tambalea… las transacciones se hacen vía online… las famosas bolsas de valores también “por
conveniencia de unos cuántos”, amenazan con caer porque ellas son otro de los
disfraces de los dueños (unos poquísimos) de los bienes y servicios del mundo.
Quién entonces nos garantiza que las reservas en oro sí existen, si casi todos
los supuestos tesoros de las naciones se respaldan hoy en día en papeles y
bonos. Los estados son solo fincas de unos pocos dueños que ya he mencionado.
Convenzámonos de que los estados no existen, solo hay grandes fincas y
finqueros y cada uno de ellos ha tatuado en cada “habitante-semoviente” de sus
predios, el sentimiento de amor a la “tierrita”, además les ha creado íconos,
como son las banderas, los himnos y los escudos, para reforzarles ese “amor” e inducir de esa
forma el placer al sometimiento de todos los que habitamos sus latifundios… repito,
somos semovientes de su propiedad.
Todo el tiempo muchos
nos preguntamos qué cosas de verdad son nuestras… ni la “casa propia” lo es,
pues si no pagamos el impuesto predial el estado nos saca a patadas, a lo que
se agrega que hoy nadie tiene con qué comprar de contado su vivienda, entonces
recurrimos al préstamo bancario que nos abrocha con su “financiación” y seguro
de vida sobre la deuda; el auto, la
comida, los servicios “dizque públicos”,
la universidad, el retiro (ahora manejado por fondos privados de inversión… otra
careta de los mismos bancos). Siempre los estados en confabulación con los
bancos y las aseguradoras… porque ellos
todos, son el mismo grupo de poder adueñado de cada país. Porque sí o porque no, siempre quedamos en
deuda con ellos por todas las ideas de
sometimiento que se inventan… ¡ja! y lo del ahorro… ¿cuándo es rentable el
ahorro? ¿para quiénes es rentable el ahorro? No para el pobre ahorrador… ¡qué
falacia! Mejor ni hablar.
La forma de expresarnos
ha cambiado tanto con relación a la propiedad privada que, hoy muy felices
decimos: “compré un sitio de veraneo en las playas del Caribe, del
Mediterráneo de tal o cual país, o de
las playas o las montañas del mío, para
ir… ¡una vez al año!… pero, pero… siempre y cuando no sea temporada vacacional
nos lo advierten los verdaderos dueños del conjunto vacacional… ¡qué mansos
somos!
Somos tan mansos que
creemos que los enamorados del dinero nos aman y que, aunque sean de izquierda
o de derecha, velan por nuestro bien “olvidados de sí mismos”… sigamos
eligiendo verdugos.
Ana Lucía Montoya Rendón
Julio 13, 2015
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