Las elecciones,
supuestamente democráticas, son una forma "libre e íntima" en la
mayoría de los casos, de elegir verdugos. Hay en la elección, dentro del marco
de los eventos políticos de una nación, algo morboso que hace del elector un
ente apasionadamente sordo, ciego y mudo. Aún no ha sido conocido un líder popular que congregue en sus filas al pueblo
en su totalidad, ¡tantas son las puntas de la rosa de los vientos y cada una
con su legión de seguidores propios que no los cederá a nadie! Hasta ahora,
afortunadamente, no ha habido alguien que aglutine en una sola "finca-
país-patio trasero", a todo el rebaño; un hombre así no existe y no ha
existido, y si ocurriera, ya podríamos llamarnos clones y no individuos. A
través de la historia ha habido personajes adorados por sus seguidores, quienes
a las buenas o a las malas lo proponen como "santo" que pisa las
testas de todo el redil. Elegir es señalar con nuestro dedo y no con el de
otros a nuestros victimarios. Manada. Solo manada. Mansos y mensos. Siempre lo
he dicho. Intuitivamente lo sentí desde que estaba muy niña.
Ana Lucía Montoya Rendón
Julio 8, 2015
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