nada... nada... así...

explícame tu voz

desmenuza tu acento

dibújame tu alma

concrétame los que ves allá

vacíate... vacíate

almr.-


Tiemblo de dicha ante todas las imágenes de la Matria, me arroba lo bendito de su vientre... Patria... Patria... es duda... es una palabra continente de himnos, escudos, banderas y arrodillados... y desmanes. La Madre no quiere siervos sino libertades... la Madre es la Nación, es carne y huesos, y mamas llenitas de miel y leche, tiene llanto de alegría y miradas de ternura.

Almr.-

sustantivo abstracto: Inteligencia…

muy abstracto: Riqueza…

y más que abstracto… Valores

gracioso significado de inteligencia concreta = $

el más universal y concreto de los sustantivos: Pobreza.

Almr.-


sábado, 11 de julio de 2015

HAY UN SOLO ESPEJO



“Yo que sentí el horror de los espejos

no sólo ante el cristal impenetrable

donde acaba y empieza, inhabitable,

un imposible espacio de reflejos…”

LOS ESPEJOS.

Jorge Luis Borges







Cada día pasaba parado allí, de esa manera lograba ordenar sus ideas. Solo frente a esa luna de murano veía el transcurrir de sus proyectos, se realizaba como persona y sentía que su vida valía la pena; no era de otra manera como le salían bien las cosas, sentía que así era parecido a lo mejor de lo mejor que conocía. El acontecer estaba descrito en los bordes de las mímicas que venían desde allí. No era que él se viera como ente aislado, se veía con el resto de seres que por allí pasaron, que por allí pasarían; sabía que su interactuar y sus pasos anteriores y posteriores, estaban descritos allí mismo entre las luces y las sombras y, junto a ellos, un ser más, él, que como ellos, era paso y huella. Desde allí podía prever el acontecer de cada día. Ese sitio era compendio de muchos volúmenes, una biblioteca infinitamente más grande que la sumatoria de las que existen hoy a través de la Red. Estaba allí y no para peinarse o mirarse el traje solamente, o para admirar su belleza, no, él era aquél que veía allí, no era su copia, era el mismo, parte de ese conjunto de archivos en mil idiomas que sin conocer entendía perfectamente. Pero, ¿por qué? Siempre se hacía esa pregunta y antes que terminara de formularla la olvidaba, eran tantas las historias animadas que pasaban simultáneamente, era él mismo en cada uno de los cuadros de esa película infinita en la que se veía escrito y descrito, era los signos y las frases de cada libro, de cada coloquio; era toda la policromía de ese vitral, era silueta repetida, como la que vemos en esos inmensos ventanales de los edificios que hay a cada lado de la acera. Él mismo, repetido, repetido, repetido... Rebanado mil veces de sí mismo, sin ser  separado de ese todo como tajada, con la consciencia de ser todos esos tajos e imágenes pero, también consciente de que aquellas tajadas-imágenes tienen vida propia, son él... ser también aquel conjunto de palabras (muchas de ellas aún mudas debido a su proceso de gestación). Todo allí percutía y era cíclico, era mar y olas, mero devenir, aunque a veces se le metiera la duda que era desde la calle de donde venía esa voz que le dibujaba esos millares de universos que habitaba y lo habitaban a la vez. Tal era la dependencia que si no estaba frente a él, intuía, moriría. Hoy por vez primera no fue a pararse allí, de frente, solo volteó la cabeza para, de soslayo, darle una mirada antes de salir de casa. Sintió vértigo y un fuerte e insoportable dolor en el pecho, le fallaron las piernas y cayó. El vecindario, ante el estruendo, salió a la calle. Los vidrios de todas las casas estaban rotos. El dueño de la vivienda de la esquina de la trece con trece, había desaparecido y la casa también.

Hoy, sí.



En este hoy suyo y mío, el único y verdadero espejo de nuevo está que habla.



Ana Lucía Montoya Rendón

Julio 10, 2015



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