Detrás de cada ente hay muchas sombras,
tantas como el número de focos de luz que él enfrente.
Hoy, observando imágenes de una hoja seca,
se me ocurrió buscar entre mis notas qué tanto he saboreado esa palabra. El
resultado fue de avalancha: me declaro enferma de SOMBRATITIS CRÓNICA, ADEMAS
DE INDICIOS FUERTES DE MONOTEMASIS SEVERA.
Encontré sombras hechas de luz y carne, sombras sin asombro, otras
asombradas, sombras adelantadas guiando al dueño, otras dormidas, ahítas o
enervadas… Hallé sombras obesas, fanfarronas, tullidas o ególatras; sombras de
recuerdos y de tiempo, sombras sin espacio hechas punto imaginario…
¡Qué ella esa hojita y su sombra!
¿Quién podría robarnos la propia sombra?
¿Cómo deshacernos de nuestra sombra? Creo que la sombra es el patrimonio cierto
que todos los seres poseemos.
Ana Lucía Montoya Rendón
Agosto 23, 2015
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